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Quiero una familia

Con qué sueñan los chicos que hace más tiempo esperan ser adoptados

Cumpleaños, primeros días de clases, Navidades. Los años pasan y ellos siguen esperando alcanzar ese deseo tan profundo que les permita acceder a un derecho fundamental: crecer dentro de una familia. Son preadolescentes, adolescentes, grupos de hermanos, niños y niñas que tienen algún problema de salud o una discapacidad, que viven en hogares de distintos puntos del país. Más de 200 chicas y chicos en situación de adoptabilidad que forman parte de las convocatorias públicas, la última oportunidad que tienen de ser escuchados.

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Otras chicas y chicos que esperan

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¿Por qué son las chicas y los chicos que más esperan?

Para muchas niñas, niños y adolescentes, la espera para que se les restituya el derecho fundamental a tener una familia se vuelve larguísima. Y a medida que pasa el tiempo, cada vez se les hace más difícil. En la Argentina, según los últimos datos oficiales, viven en hogares más de 8000 chicas y chicos que, por haber atravesado diferentes violencias, se encuentran privados de cuidados parentales. De ese total, se estima que cerca de un 10% está en situación de adoptabilidad.

Aunque la ley establece un plazo máximo de 180 días, la realidad es que, en promedio, la mayoría de ellos permanece en las instituciones unos tres o cuatro años (y algunos, muchos más) hasta que la justicia determina que pueden volver con sus familias de origen o, agotada esa posibilidad, que es necesario que sean dados en adopción.

Llegada esa instancia, empieza la búsqueda de una familia. Para aquellos que integran grupos numerosos de hermanos, o son preadolescentes y adolescentes, niñas y niños de más de 10 años, con alguna discapacidad o problemática de salud, se torna un gran desafío, porque no hay postulantes dentro de los registros de adopción.

Según los últimos datos de la Dirección Nacional del Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos (Dnrua), en la actualidad existen en el país cerca de 3500 legajos de personas y parejas inscriptas para adoptar. De ellas, el 89% están dispuestas a ahijar a bebés de hasta dos años, pero menos del 10%, a chicas y chicos de 9 o más. Por otro lado, solamente el 0,15% de los postulantes adoptaría a cuatro hermanitos o más.

Con este escenario, algunos chicos pasan gran parte de su niñez institucionalizados, y al cumplir la mayoría de edad, deben egresar de los hogares sin una red de contención que los sostenga. “Queremos una familia” es el anhelo profundo que no abandonan. Por eso, las convocatorias públicas cumplen un rol fundamental al ampliar esas posibilidades y hacer que, finalmente, la espera pueda terminar.

Qué son las convocatorias públicas

Cuando una jueza o un juez dicta la situación de adoptabilidad de una niña, niño o grupo de hermanos, la búsqueda comienza primero en el registro de postulantes a guarda adoptiva de la jurisdicción a la que pertenecen los chicos. Si no se encuentra ningún perfil adecuado entre los inscriptos, se amplía a las regiones cercanas y, por último, a todo el país. Agotadas esas instancias de búsqueda dentro de la red de registros, los jueces pueden –no es un paso obligatorio– recurrir a las convocatorias públicas. Se trata de un llamado abierto a toda la comunidad, que se propone encontrar una familia para las niñas y niños a los que más cuesta hallarles una. Cualquier persona o pareja interesada puede postularse, sin necesidad de que haya estado inscripta previamente en un registro de adopción. Sin embargo, sí deben atravesar un riguroso proceso de selección.

Las convocatorias visibilizan una realidad dura que nos interpela como sociedad: que hay chicos para los que cuesta encontrar adultos dispuestos a formar una familia con ellos. También suponen la oportunidad de visibilizar esas historias y por eso son una gran herramienta para dar con postulantes.

Metodología.
Cómo lo hicimos

Este artículo forma parte de un especial sobre ADOPCIÓN que LA NACION publicará a lo largo del año. Busca escuchar a las niñas, niños y adolescentes que esperan en hogares y visibilizar las convocatorias públicas para lograr que se cumpla su deseo y derecho fundamental de tener una familia. Los nombres fueron cambiados para preservar su identidad. Fue realizado con la colaboración del Consejo de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes de la ciudad Autónoma de Buenos Aires, el Registro Central de Aspirantes a Guarda con Fines de Adopción de la provincia de Buenos Aires, los registros de aspirantes a guarda de todo el país e información pública de la Dirección Nacional del Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos (Dnrua).